¿Volar gratis? Sí — pero con truco

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Mientras tú comparas precios de vuelos, intentas meter todo en una maleta de mano para evitar recargos y te peleas con el sistema de selección de asientos, hay personas que hacen lo impensable:
Vuelan sin pagar billete, sin asiento asignado… y a veces incluso a destinos internacionales.

No es una estafa. No es un truco. Es un sistema real que existe desde hace años, aunque pocos fuera del sector lo conocen.

Un sistema oculto a simple vista

Estos pasajeros no aparecen en la lista de embarque hasta el último momento. No tienen confirmación previa, ni asiento garantizado.
Solo embarcan si queda algún hueco, cuando ya todos los pasajeros con billete han subido al avión.
Y lo hacen con total naturalidad, como si todo estuviera previsto desde el principio.

Quienes lo han visto —en aeropuertos o en puertas de embarque— suelen pensar que se trata de un caso aislado, un fallo del sistema o un error del personal.
Pero no: es completamente legal y está perfectamente organizado.

¿Cómo funciona realmente?

Este procedimiento se conoce como volar en “standby”.
Es un sistema que permite a ciertos pasajeros subir al avión solo si hay plazas libres, justo antes del cierre de puertas.

No hay asiento fijo, no hay vuelo garantizado, y tampoco se puede elegir ubicación.
Si hay hueco — vuelan.
Si no — esperan al siguiente.
Así de simple… y así de incierto.

¿Quién tiene acceso a este privilegio?

Hasta ahora parece cosa de viajeros con nervios de acero.
Pero lo más curioso es que este acceso no está disponible para todo el mundo.

Puede que hayas oído hablar de los famosos “buddy passes”, billetes especiales que permiten a unos pocos afortunados volar por un precio simbólico.

Pero lo que casi nadie sabe es esto:
Este sistema no está abierto al público general.
No puedes comprarlo, no puedes suscribirte, y no lo consigues por puntos de fidelidad.

Solo un grupo de personas puede beneficiarse…

Solo empleados de aerolíneas

Solo el personal de las aerolíneas —pilotos, azafatas, técnicos, personal de tierra, personal de oficina— tiene acceso a esta forma de volar.

Es un beneficio laboral incluido en sus contratos.
Algunas compañías lo amplían a familiares cercanos e, incluso, a un número muy reducido de amistades a través de invitaciones especiales.
Pero el filtro siempre es el mismo: trabajar en el sector aéreo.

¿Y el resto de nosotros?

Para los que sí pagamos billete, el reto es otro:
Subes al avión con asiento… pero separado de tu pareja, tus hijos o tu grupo de viaje.

Una incomodidad que puede arruinar la experiencia, incluso aunque hayas pagado por ella.

Ahí es donde entra en juego Airsit: una app que permite a los pasajeros negociar cambios de asiento de forma rápida, sencilla y respetuosa — para que volar sea más humano y menos azaroso.

Puede que no tengamos los privilegios del personal de vuelo, pero al menos podemos elegir con quién volamos.